Cristina optó por “malvinizar” la cuestión de los holdouts. Desde su perspectiva esto tiene su lógica. Prefiere que se hable de los fondos buitres para intentar sacar del centro de la escena a la recesión, a la inflación, a los problemas del empleo o a la inseguridad. Cristina se siente cómoda en ese terreno. La culpa de todo los males de la economía ahora la tienen los fondos buitres. Para el cristinismo lo importante no es resolver los problemas de la gente, lo relevante es encontrar a quien echarle la culpa.
Parte del gobierno acusa a Griesa de ser parcial en favor de los “enemigos de la patria”, el problema es que el fallo de este juez fue confirmado por la Cámara de Apelaciones respectiva y la Corte Suprema de EE.UU. no consideró motivos para tomar el caso. Hoy Argentina no está desconociendo el fallo de un juez, está desconociendo al sistema judicial de EE.UU., jurisdicción que vale recordar nuestro país eligió libremente no sólo para los bonos en litigio sino para toda otra serie de bonos emitidos post canje.
El fallo de Griesa puede ser bueno o malo, pero esta firme. El gobierno perdió la disputa judicial. Todos los argumentos, que con razón se pueden dar en contra de los fondos buitres y del fallo de Griesa, no hacen mas que dimensionar la incompetencia del gobierno en esta materia. Si tanta razón tenemos, si tanto apoyo tenemos ¿Por qué perdimos el juicio?. El gobierno en su desesperación por encontrar argumentos se encierra solo, nos quieren hacer creer que son buenos defendiendo los intereses de la República quienes pierden juicios en los cuales tenemos razón y todos nos dan la razón, menos los jueces. ¿Quién llevó adelante la defensa del país? Cristina lo hizo.
Pero aquí se agrega otra dimensión al análisis. Quienes hoy tienen bonos con jurisdicción extranjera ¿Qué mensaje reciben?. Que la Argentina no va a respetar fallos que no nos convengan o no nos gusten.
YPF y Chevron firmaron un acuerdo con prorroga de jurisdicción hacia tribunales franceses. ¿Qué mensaje le mandamos a Chevron? Que si tiene una disputa con YPF y en Francia obtienen un fallo a su favor, el gobierno argentino no va a acatar ese fallo por los argumentos que en su momento el funcionario de turno sabrá encontrar.
¿Qué mensaje le mandamos a China? En los recientes acuerdos que se firmaron con China, el gobierno aceptó la jurisdicción de Inglaterra para dirimir potenciales conflictos. Aquí conviene hacer un comentario aparte, ¿Los “pibes para la liberación” dejaron en manos de los “piratas colonialistas” la solución de un potencial conflicto con China?. Es tal la desintegración política del cristinismo que hoy le podríamos aplicar la famosa frase del gran Alfredo Di Stéfano: “No le pedimos que atajen las pelotas que van adentro, sólo le pedimos que al menos no se metan las que van afuera”.
Con esta conducta lo que le estamos diciendo a potenciales bonistas o inversores es que los fallos de cualquier tribunal, de cualquier sistema judicial o arbitral, sólo lo vamos a acatar, si Cristina quiere.
Esto en alguna medida honra la historia del cristinismo. Si Cristina no acata los fallos de la Corte Suprema local, ¿Por qué se sometería a otro sistema judicial? En el plano local si un fiscal quiere llevar adelante una investigación “incómoda” para el gobierno, la primer reacción del cristinismo es intentar tirarlo por la ventana. Si un juez, una Cámara o la Corte Suprema fallan en contra del gobierno, se los tilda de destituyentes.
En el fondo el problema no es el fallo de Griesa. Si acordamos con los buitres no vamos directo al paraíso. Si entramos en default técnico (o como se lo quiera denominar) tampoco vamos derecho al infierno. El problema son las inconsistencias macroeconómicas autoinfligadas: La inflación, la pérdida de competitividad de la industria, la pérdida de empleos, la baja calidad del gasto público y el déficit del sector público son los verdaderos problemas que enfrenta la población todos los días.
El cristinismo, en lugar de encontrar soluciones a los problemas de la gente, se las sigue ingeniando para abrir nuevos conflictos que terminan en menor o mayor medida complicando la vida del ciudadano común.
A esta altura de los acontecimientos, de poco sirve intentar reeditar la dicotomía “Braden o Perón”. Aquella vez quizás Perón era parte de la solución. Hoy Cristina es parte del problema.