La Presidente tiene ahora un nuevo término para el default: Griefault. El polémico fallo del juez Griesa tiene un punto débil, para beneficiar a los holdouts a quienes les dio la razón en el juicio, puso en riesgo el pago al resto de los bonistas que entraron al canje. Incluso hasta podría haberse excedido en su jurisdicción al intentar bloquear pagos fuera de la jurisdicción de New York.
Pero mas allá de las preferencias personales de cada argentino, la realidad indica que perdimos el juicio y que ya no hay instancias de apelación en la jurisdicción que voluntariamente el país fijó en los bonos en cuestión. Con o contra la realidad se pueden hacer muchas cosas, menos ignorarla.
Ese es lamentablemente el camino que eligió Cristina. En lugar de buscar un acuerdo previo al fallo de primer instancia, prefirió ignorarlo. En ese momento Cristina afirmaba que no le íbamos a pagar «ni un centavo a los fondos buitres». En la medida que por desidia o impericia fuimos perdiendo en las distintas instancias, Cristina cambió y pasó a sostener (con idéntica convicción) que a quienes antes no le pensábamos pagar nada, ahora estaríamos dispuestos a pagarles lo mismo que a los bonistas que entraron al canje.
Agotadas todas las instancias de apelación, el gobierno sólo atinó primero a agredir al juez y ahora acusa al gobierno de los Estados Unidos de no influir o condicionar al juez Griesa. Buscó argumentos de los más inverosímiles, como la exageración del riesgo de la cláusula RUFO y encontró innumerables apoyos políticos (más retóricos que prácticos).
Ahora Cristina envió al Congreso un proyecto de ley que confirma que no quiere cumplir el fallo. Ella se dio cuenta que internamente puede capitalizar políticamente esta coyuntura polarizando con el “Patria o Buitres” a la opinión pública, sacando así del centro de la escena los verdaderos problemas de los argentinos: la inflación, el empleo, la seguridad y la mala calidad del gasto público, sólo por citar algunos.
A una economía que ya tenía muchos problemas autoinfligidos ahora Cristina le agregó la disputa con los fondos buitres. Desde 2008 a la fecha Cristina primero se encargó de dinamitar las fortalezas macroeconómicas de nuestra economía y no hizo más que potenciar sus debilidades. No hay un sólo índice económico o social que hoy de mejor comparado con Enero de 2008.
Cristina concentra esfuerzos en discusiones abstractas sobre si estamos o no en default en lugar de parar la inflación, los despidos o las suspensiones de personal. Impotente para solucionar los problemas de los argentinos, sólo agrega nuevas disputas que complican aún más nuestra situación.
En este rapto de ver conspiraciones por todos lados, ahora resulta que el mundo la quiera castigar porque ella fue muy exitosa: ¿Para qué el mundo se ocuparía de una persona que no resiste un par de preguntas inocentes en una conferencia de prensa ante estudiantes universitarios?¿Qué liderazgo puede ejercer en el mundo una persona que en su propio país debe recurrir todas las semanas a una cadena nacional para que alguien la escuche?
Supongamos que en términos cristinistas, el país le gana esta pulseada a los buitres. ¿Qué mensaje le mandamos al mundo? Que las cláusulas de prórroga de jurisdicción que tienen en sus títulos son letra muerta. Como país le estamos demostrando a la comunidad internacional que sólo estamos dispuestos a respetar los fallos que nos convengan, y si en la jurisdicción que elegimos nos va mal, simplemente la desconocemos.
Por ejemplo, YPF tiene aprobado un programa de colocación de deuda por 4.000 millones de dólares. Hasta ahora colocó solo un tramo por 1.000 millones. Tenía previsto colocar parte del remanente este año. Gracias a Cristina, ¿YPF podrá seguir adelante con su programa financiero? y si lo hace ¿Cuánto le aumenta la tasa de interés por haber colocado al país en default?. ¿En qué jurisdicción se presentó el programa financiero? Los cipayos vendepatria de YPF también eligieron New York.
En el país que sólo Cristina ve, todo está tan bien que el problema de los holdouts (buitres o no) no atentará contra la estabilidad monetaria, contra la fortaleza del mercado laboral, contra el mercado interno en pleno crecimiento o contra nuestro complejo exportador que no para de generar divisas. Cristina sigue insistiendo que el mundo esta patas para arriba, cuando el problema es que ella lo mira al revés.
Mientras en el planeta y en la región sobran dólares, a nosotros nos faltan. Mientras todos nuestros vecinos pueden endeudarse a tasas muy bajas nosotros no podemos solucionar un pleito por el 1% de nuestra deuda.
Cuando Cristina anunció el cepo para el dólar nos dijo que nos quedáramos tranquilos que era para preservar las divisas para sostener la producción y el empleo. ¿Qué pasó? Los sectores mas pudientes se fueron de viaje por el mundo con dólares baratos o compraron bienes de lujo con dólares regalados, mientras tanto las Pymes se quedaron sin insumos para producir, a los trabajadores les bajaron las horas trabajadas, los suspendieron o los echaron.
Días atrás, en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Cristina nos confirmó cuan divorciada esta de la realidad cuando afirmó que había que aprovechar “el momento histórico” para generar un mercado de capitales sólido a nivel local. Alguien debiera explicarle a Cristina que la base de un mercado de capitales está en la capacidad de ahorrar de esa economía. Para ahorrar localmente necesitamos, entre otras cosas, una moneda que no pierda valor todos los días. Si los argentinos no demandamos nuestra propia moneda para eludir el impuesto inflacionario, nunca vamos a poder tener un mercado de capitales sólido y eficiente. Mientras Cristina decía eso en la Bolsa de Comercio, a metros de ahí, el Banco Central seguía devaluando nuestra moneda.
En el particular mundo de Cristina no sólo habría que cambiar la definición de default, también habría que cambiar la definición de progresismo.