Quienes siguieron las alternativas de la expropiación parcial de YPF recordarán que uno de los argumentos utilizados por la Presidenta para solicitar el apoyo del Congreso era que la empresa quería obligarla a aumentar el precio de los combustibles.
Durante el debate parlamentario, el cristinismo sostuvo que tomando el control de YPF el Estado podría volcar al mercado interno las ganancias extraordinarias que la empresa estaba girando al exterior (por cierto, con la autorización del propio gobierno que luego la estatizó).
La política de precios que siguió YPF luego de su expropiación parcial confirman que la Presidenta no nos dijo la verdad.
Durante el año 2012 YPF incrementó el precio del Gas Oíl de mejor calidad un 19%, durante el año 2013 un 40% y hasta julio de este año (sin contar el último incremento de este mes) un 25%. Los incrementos no fueron homogéneos en todo el país. En general en el mal llamado “interior del país” los incrementos fueron superiores que los de la región metropolitana.
En relación con la Nafta Premium los incrementos durante 2012 fueron del 20%, durante 2013 del 41% y hasta julio de este año (sin contar el último incremento de este mes) un 30%.
Es fácil advertir que desde la estatización parcial de YPF los combustibles líquidos se incrementaron mas que la inflación (oficial o real), e incluso mas que el propio tipo de cambio oficial respecto al dólar.
¿No era que los precios bajos de energía, incluso en niveles insostenibles, eran necesarios para incrementar la competitividad de la economía? ¿Qué hizo que el cristinismo girara 180 grados en su política sobre los combustibles líquidos?
Simplemente YPF no tenía tantos recursos como se dijo. El mercado interno no tiene tanta capacidad de ahorro voluntario para la escala que YPF necesita.
La empresa luego de la expropiación salió al mercado internacional pero hasta ahora, por ejemplo, sólo colocó US$ 1.000 millones en bonos de un programa de US$4.000 millones. En el contexto actual no le es fácil a YPF financiarse en el exterior. Las asociaciones con otras petroleras marchan muy lentas y en general los nuevos socios de YPF firman convenios que les permiten tener la posibilidad de invertir a futuro, pero de momento las inversiones concretas son muy conservadoras. Los socios de YPF esperan por el nuevo escenario de la industria “post-cristinismo”.
En ese contexto YPF se ve obligada a recurrir al mercado interno, no sólo para conseguir financiamiento, sino también mayor flujo de fondos vía aumento de precios. De ahí que hoy los precios de los combustibles sean mas altos que los precios a los que nuestra economía podría aspirar en mejores circunstancias.
YPF debe demostrarle a quienes le prestan plata o a quienes se asocian con ella, que está en condiciones de generar un flujo de “dólares” que les permita suponer a los inversores que recuperarán el capital puesto a disposición.
Si tomamos el ejercicio 2013, las ganancias de YPF se explican justamente por el incremento de los combustibles líquidos y por los subsidios recibidos del Estado. Dicho de otra manera, sin los incrementos de combustibles y sin los subsidios, los resultados 2013 de YPF hubieran sido muy magros. ¿Y las ganancias extraordinarias previas a la expropiación? Misterios de la revolución.
Algunos funcionarios llegaron incluso a cometer el dislate de tildar de “socios locales de los buitres” a quienes aumentan los precios. ¿Eso le cabe también a YPF? Si los índices de precios oficiales están bien calculados el efecto de los aumentos de precios de los “buitres locales” está contenido en esos índices de precios. YPF con sus aumentos de precios supera cualquier índice.
Siguiendo el particular criterio del gobierno ¿Qué calificativo le aplicamos a la principal empresa del país, conducida políticamente por la Presidenta, que incrementó en los últimos tres años sus combustibles mas que cualquier índice de precios? ¿Hay “buitres revolucionarios”?.
Es falso que cuando la Presidenta se pelea innecesariamente hasta con los molinos de viento, los argentinos no suframos las consecuencias. El precio que hoy pagamos por los combustibles líquidos es parte de ese costo. El mismo gobierno que se enamoró de precios de combustibles insosteniblemente bajos ahora se aferra a precios muy altos de esos mismos combustibles.
El problema es que las falsas revoluciones, a veces, no sólo se quedan sin papel higiénico. Muchas veces, también se quedan sin ideas.